Transcurre el verano, sobresaltados por las alarmas económicas de España, sumida en
una crisis que parece no tocar fondo, agitados por el descontento social por los recortes,
avivados por la oportunista oposición de los partidos y sindicatos de izquierdas, y con
una más que evidente constatación de fracaso en el modelo de construcción europea y
en lo doméstico, de la necesidad de entrar en un nuevo periodo constituyente y poder
reformar una constitución, la de 1977, superada por la realidad social, tan alejada de
las necesidades de la transición postfranquista, que ha servido para la radicalización de
los nacionalismos independentistas y la politización excesiva de la vida socioeconómica
de los españoles.
Pero mientras en esta parte de occidente debatimos sin acuerdo el camino a tomar para
articular un proyecto de futuro para nuestras sociedades, existe otro mundo que corre
en paralelo, el de los llamados paises emergentes, que está configurando sin la visión de
Europa el día de mañana de todo el mundo.
Entre todas estas naciones, la que sin duda debe llamarnos la atención y desde luego no
obviar el peligro que como caballo de Troya contiene, es la China comunista.
Desde que el lider chino Deng Xiaoping reformara el partido comunista chino y tomara
la sorprendente desición de instaurar una economía de mercado para sacar al gigante
asiático de la penuria económica, China no a parado de crecer gracias a la disponibilidad
de una ingente mano de obra barata y de una financiación abundante gracias a tener la
legislación sometida a los designios de una dictadura, que puede regular sin cortapisas
la movilidad de la población y el destino de sus ahorros.
El crecimiento chino ha provocado el éxodo de empresas y capitales de todo el mundo,
en especial de occidente, buscando mercados y beneficios al amparo de los bajos costes
de producción, ayudando indirectamente a engordar las arcas del estado dictatorial, que
ha aprovechado estos últimos años esos capitales para extender su red de distribución de
productos Made in China por todo el planeta.
Este crecimiento ha traido consigo el aumento de las necesidades energéticas y de más
materias primas para poder sostener la "fabrica del mundo", y como cualquier otro país
haya salido a asegurar sus fuentes de abastecimiento, con la peculiariedad de que China
sigue su propio sistema de corte neocolonial, de ofrecer dinero por materias primas en
los paises productores, la mayoría de ellos en vías de desarrollo o del tercer mundo, con
la falta absoluta de escrúpulos, ya que no les importa con que tipo de gobiernos hacen
sus tratos o los problemas sociales o mediambiantales que generan.
Y es que aún siendo cierto que el comercio entre occidente y los productores de materias
primas no es del todo justo y que tambien se participa en negocios turbios en diferentes
partes del planeta, al menos se mantienen las formas debido a la repercusión entre los
ciudadanos occidentales de las prácticas más abusivas, cuando no de colaboración con
estados tiránicos o sustentadores del terrorismo.
Esto a los pragmáticos chinos les importa bastante bien poco, pese a que haya creado
una clase media y alta que abarca casi a 200 millones de habitantes, pero a los que la
properidad basada en una economía capitalista desigual como pocas y un sistema que
controla hasta el mínimo detalle cualquier libertad o iniciativa individual no les disgusta.
Los otros 1.100 millones de pobres y pseudoesclavos deben contentarse con poder
comer las migas de la mesa de los nuevos ricos comunistas.
China está embarcada en una estrategia de dominación económica global, para lo que
necesita controlar todas las fuentes de financiación, energéticas, de materias primas y
de seguridad alimentaria, aprovechando en estos momentos la crisis europea para asi
introducirse en el dominio y adquisición de nuestra tecnología punta, con vistas en el
futuro a suplantarnos en todos los sectores productivos mundiales.
Es interesante tomar conciencia de esta situación, vital para nuestro futuro y el del
mundo en general, para lo que libros como "La silenciosa conquista china" de Juan
Pablo Cardenal y Heriberto Araujo, o "China, ¿dragón o parásito?" de Julián Pavón,
son bajo mi punto de vista obras esenciales para la comprensión de este fenómeno y
donde se nos describe detalladamente la expansión y las consecuencias de ello en
medio mundo del nuevo "imperio del centro", como se autotitulaba China en la época
de sus emperadores.
Aquí les dejo un video del profesor Julián Pavón, comentando al respecto:
Ver vídeo.
Para muchos demagogos izquierdistas, no es problemático mirar a otro lado o atacar
a Estados Unidos y Europa con comparaciones de toda índole, pero a pesar de ellos
tenemos que empezar a tomarnos el problema en serio y comenzar cada uno su propia
lucha de lieberación, que inicialmente pasa por no hacer uso ni consumo de comercios
o negocios chinos, dedicados solo a traer productos de bajo costo para enviar fuera
las divisas de sus negocios aqui, y de paso arruinar toda nuestra industria y comerico
local.
Esto es una guerra "ellos o nosotros", camaradas, y yo de momento, me posiciono con
los mios, los españoles, los europeos, los occidentales.
Salud camaradas.