domingo, 3 de febrero de 2013

Una visión cultural de la corrupción







Escribíamos ayer acerca de la gravedad que ha alcanzado en España la corrupción y de
como esta alcanza a todos los sectores y estamentos de la sociedad española presente.
Sin poner en cuestión que la corrupción es un fenómeno propio de las estructuras de po-
der en este país, no es de menor importancia, observar el fondo cultural que tal problema
contiene.
Una sociedad, donde el trabajador está mal valorado, estafar a la Hacienda Pública es
casi una obligación para el contribuyente y un mérito social entre conocidos, en el que
el que se esfuerza por una vida sencilla es un tonto y el que se hace de "oro" es un listo
y envidia de todos, en el que se pueden predicar las más loables ideas y luego utilizar a
las organizaciones para "colocar" familiares, amistades y a uno mismo, permitiéndose
además el lujo de criticar públicamente los desmanes de los otros.
En España, la corrupción de un signo político u otro, es minusvalorada o simplemente
obviada por los respectivos acólitos de cada formación, usando el "y tú más" para asi
diluir toda responsabilidad propia.
No es entonces mala la corrupción, la mala es la del rival, y la propia es soportable en
tanto no sea descubierta y hacha pública, pero incluso entonces, se le buscarán todo
tipo de explicaciones y referencias a los males de los demás para justificarse.
El español ensalza al "pícaro", glorifica al bandolero, con la excusa de robar a los más
ricos para darselo a los pobres y necesitados, pero al final resulta, que los bandoleros
se convierten ellos en ricos, nuevos ricos, y los pobres y necesitados siguen siendo los
mismos y en los mismos sitios.
Me gustan algúnas reflexiones que se hacen en este articulo de El Mundo.es:
¿Somos un país de corruptos?
Echar las culpas a la clase política, de lo que en el fondo no es más que una forma de
entender la vida y las relaciones en esta, es una excusa de malos pagadores.
Los políticos vienen de una sociedad que tiene sus usos y valores, y son esos al final,
los que determinan sus acciones.
La Europa del sur, la de españoles, portugueses, italianos y griegos se diferencia de
la del norte, la de alemanes, ingleses, daneses, suecos, holandeses y demás, no por
una superioridad moral y cultural de unos sobre otros, sino por una ruptura de unas
tradiciones que imponían al hombre unas limitaciones a su libertad de acción y a sus
méritos personales y donde el estricto cumplimiento de las obligaciones se ha visto
desde hace siglos, como parte de integrante e inseparable de esa libertad individual
y ese mérito.
Baste como ejemplo de esto, como en el sur hemos aceptado la jerarquización y el
control de las conciencias por parte de la Iglesia Católica y en el norte se separaron
marcando una premisa de que la relación del hombre con Dios sería más directa, en
clara relación con los anhelos de libertad y mérito individuales descritos.
Y cuando en el sur se ha retirado el hombre de la religión, lo ha hecho para unirse
en torno a otra "religión", la política, con sus mismos vicios de jerarquización y de
control  dogmático.Ahora la religión es el partido.
El español acepta la corrupción, la da por hecha, se convive perfectamente con ella
y no protesta más de lo estrictamente necesario.
En Andalucía la izquierda, en Valencia, Baleares, Castilla-León, Galicia y Madrid la
derecha, y en los paraisos vasco y catalán los nacionalistas, han practicado durante
más de veinticinco años el poder absoluto, lleno de escándalos de corrupción, pero
aún con ello, los ciudadanos los han seguido prefiriendo, ya que las redes clientelares
se han hecho tan extensas y el conocimiento intrínseco de sus propios dirigentes es
tan diáfano, que los ciudadanos ya no eligen formas de gobernar, eligen que tipo de
corrupción se practica, por quiénes y favoreciendo a tales o cuales colectivos.
Y en Andalucía, con provincias que rondan el 40% de desempleo, la mayoría brama
contra la derecha que gobierna en Madrid y aplaude con las orejas a la izquierda
que lleva treinta años llenando los preriódicos con casos de corruptelas y llenando
de parados las estadisticas, sin más argumentario que los tópicos recurrentes hacia
el franquismo y los "señoritos".
Pero es que mientras exista la economía sumergida, otra forma de corrupción que
damos todos por buena y amparamos en nuestras vidas cotidianas, y un sistema de
protección social pagado por "otros", la cosa podrá prolongarse.
Lamentablemente, la corrupción es, parte integrante de nuestra sociedad, de nuestra
cultura, de nuestra visión de lo justo e injusto, de los valores que llevamos dentro.
Lo único que el español no tolera de la corrupción es...que se descubra.

Salud camaradas.

sábado, 2 de febrero de 2013

Un país hundido por la corrupción



Habría mucho de lo que hablar y escribir, de la tremenda crisis económica que destruye
la prosperidad de los ciudadanos, de los retos de la globalización, de las recetas que la
izquierda usa en Andalucía y que la hunden cada día un poco más, de los problemas de
una inmigración que no tiene sitio ni sentido en un país al que le cuesta horrores crear un
solo puesto de trabajo y generar recursos para mantener un digno sistema de protección
social, del deterioro de la economía a través de la voracidad del "parasito" chino, de la
amenaza para la libertad de las personas y del estilo de vida occidental que el islamismo
supone...
Todo ello es materia para abordar los retos que nos presenta el siglo XXI, en un planeta
que se queda cada vez más mermado de recursos y cuya población crece fuera de todo
control y racionalidad, divisándose un futuro lleno de tensiones e incertidumbres.
Pero los acontecimientos de estas últimas semanas a nivel nacional, han terminado por
desvelar el auténtico mal de fondo, primigenio, que azota España de norte a sur y de
este a oeste: la corrupción.
No terminan de apagarse los ecos de las andanzas del yerno del Rey, cuando aparecen
las sombras de la corrupción de los Puyol y todo su séquito nacionalista en la reinventada
Cataluña de la seseción, seguido de las típicas corruptelas económicas de todo elemento
que orbita alrededor del PSOE, progres todos de lengua fácil contra la derecha, solidarios
con los desfavorecidos en el papel, pero ávidos vividores sedientos de euros con los que
llevar vidas desahogadas sin falta de lujos, prevendas y facilidades.
Ahora salta el PP a la palestra, con el tesorero Bárcenas a la cabeza del escándalo, y la
financiación ilegal del partido, los sobresueldos a los cargos en dinero "negro", todo un
ejemplo para los ciudadanos y sus obligaciones fiscales, además de la turbia trama del
caso "Gürtel", verdadera cueva de Ali Babá llena de golfos y ladrones.
Todo un sistema político salpicado de corrupción, cuya metastasis ha alcanzado a todos
los rincones de la vida pública, desde el Rey a la justicia, pasando por el Banco central
y las fuerzas de seguridad del estado hasta los sindicatos y los lobbys económicos.
Es dificil pensar en estos tiempos, que los mismos que han dilapidado la dignidad y la
credibilidad de la misma democracia, serán los encargados de reflotar una nave que se
hunde y cuyo único objetivo es suplantarse unos a otros al frente del poder.
Más no serán estos zorros que quieren cuidar de las gallinas los que revertirán la grave
enfermedad que nos azota.
Ni acaso una ciudadanía desmotivada y acostumbrada al estado de cosas que impera.
Quizá y como ha pasado en otras ocasiones, las soluciones llegen desde fuera, de las
personas e instituciones que se cansen de la voracidad y descontrol de los que gobiernan
España, y a través de la presión que ejerzan limitando el uso de los fondos asignados a
la creación de empleo, riqueza y bienestar social, consigan como ha pasado con el
sistema bancario a través de la creación de un organo de control, detener el fraudulento
abuso que se hace de los recursos  por parte de la casta política.
Pedímos la creación de una oficina europea anticorrupción, desde la que se persigan
a los países que estén sumidos como España en la impunidad de todos los estamentos
implicados en la malversación de dinero de todos los ciudadanos europeos.
Esa es a lo mejor, la única opción que nos queda para atajar esta lacra que ya dura
demasiado tiempo, y que por extensión , agrava la ya de por sí drámatica crisis que nos
asola.

Salud camaradas.